Llegando....!

Durante mi viaje, contemple varias cosas que debía hacer. Lo único que me detenía era el tiempo que dejaría a Carmen sola. Sin embargo arrugue mi corazón frio para afrontar las cosas y hacer aquel viaje largo, ya que no quería exponerla, en lo primero que haría.

Lo primero que hice, después que me separe de Garrett, fue hacerles una vista a mis antiguos amigos Vulturis. Y que desde nuestra última vivencia no habíamos quedado muy bien, era ahí donde no quería llevar a mi amada. Para mi buena suerte Aro y los otros antiguos, me recibieron con bastante agrado, y volvimos a quedar en “paz”, si así es como se llama cuando llegamos a buenos términos. Aunque estaba claro que Aro conocía perfectamente mi posición. Luego de salir de Volterra, pensé en que orden debía proceder, hacer el favor que me había pedido Tanya, o mejor buscar el presente de mi amada.

Salí de Italia, para dirigirme a Francia, el viaje fue bastante difícil teniendo en cuenta la poca movilidad que podía tener durante el día, no iba a provocar que alguien me viese brillar bajo el resplandor del sol, cuando estaba tan cerca de Italia. Corrí con un poco de suerte cuando a mi segundo día de viaje, las nueves y la lluvia me permitieron desplazarme con mayor libertad y seguridad. En la tarde del tercer día, del viaje logre ubicar la joyería favorita de Carmen, la última vez que estuvimos en aquel lugar. El dueño del sitio había muerto, el que me atendió en esta oportunidad fue su hijo, quien había heredado el negocio de la familia.

- Bien la pieza que busca es bastante extraña – me dijo el vendedor.

- Si lo se, pero se que en este lugar lo puedo encontrar o me equivoco

El señor que se llamaba Nicolas, se inquieto un poco cuando hable con bastante persuasión.

- Claro, claro aquí lo puede encontrar – dijo de manera apresurada.

Se dirigió a una de las vitrinas de la cual saco un baúl pequeño que se encontraba escondido. Y comenzó a decirme.

- Mi padre guardaba aquí las joyas más preciadas, elegantes y significativas que consideraba piezas únicas, a lo mejor podríamos encontrar algo.

- Mmm…. ya veo – le respondí mientras me acercaba a donde estaba.

Dentro del baúl había varios saquitos de terciopelo de colores, rojos, negros y azules. Saco uno de color azul, lo abrió y coloco la magnifica joya en mis manos, lamentablemente rozo mi piel y se percato del lo helada de esta, y provoco que Nicolas temblara un poco. Hice como si no me hubiese dado cuenta del detalle comentado.

- Ve usted amigo, esto es lo que busco. – Dije mientras detallaba minuciosamente la prenda que tenia en la mano y sonreía ampliamente, al imaginarme a Carmen con el puesto. Otra ocasión para qué el pobre hombre se espantara más. Vaya que hoy no estaba siendo nada cuidadoso, mejor me apresuraba antes de que algo peor ocurriera. – Me lo llevo – coloque la prenda en el saquito azul y se la devolví esta vez con cuidado.

Al terminar, cancele y salí de la tienda. Ahora solo faltaba hacer lo que Tanya me había pedido. Tome un vuelo hasta Canadá, en la Isla Sverdrup hasta Eureka. Cuando llegue, me dirigí hasta la casa de Albert Camus, que era con quien tenia que hablar. Tanya ya se había comunicado con el.

- Si ya la Srita Tanya me ha hablado de su encargo. Podremos ver la casa ahora mismo si así gusta. – dijo Albert

- Si claro encantado

Salimos en el auto de Albert, íbamos bastante lento para mis gusto, pero era humano, que mas podía pedir, nos adentramos en una camino del bosque hasta que llegamos a la casa. El bastante grande y de dos pisos, tenia la apariencia de una cabaña, ya que estaba revestida con madera, y rodeada de unos cuantos pinos y un gran jardín lleno de tulipanes morados, no entramos a la casa pues ya estaba bastante apurado y quería regresar. Firmamos los papeles de compra ahí mismo, y me los entrego al cancelarle. Abusando del servicio de Albert le pedí e dejase en el aeropuerto y así hiso. Ahí tome otro vuelo directo a casa.

Llegue a casa, abrí la puerta, par encontrarme con Carmen arrecostada en una de las paredes de la sala, con los brazos cruzados, y una sonrisa en el rostro.

Casa del bosque

Ya había paso muchos días desde que Eleazar y los demás habían ido de caza, al igual que casi todos habían regresado, ya Tanya y Garrett, estaban en casa, pero nada que sabían de Eleazar. Estaba comenzando a preocuparme bastante esta vez, no me había dicho nada, ni se había comunicado. Garrett solo había dicho que después de cazar se había ido y no había dicho nada. Kate me decía que me calmara y que pronto volvería, pero lo extraño aquí era que no era un comportamiento típico de Eleazar, y se de verdad había pasado algo. Y estaban contempladas todas las posibilidades, así que me aliste para salir a buscarlo sin tener la menor idea de donde pero algo tenía que hacer. Me coloque uno de los conjuntos que Tanya me había reglado, una falda de jean, una camisa de cuadros verdes, blancos y negros con las sandalias blancas. Cuando iba saliendo de mi recamara, reconocí su aroma indiscutiblemente aunque estaba mezclado con un olor bastante fuerte de madera y bosque, podía reconocer ese olor así estuviera siendo quemada. Indudablemente había llegado, sentí como una alegría y una paz enorme me recorrida desde los dedos de mis pies hasta la punta de mis cabellos. Salí a velocidad vampírica hasta la sala donde me arrecoste en una de las paredes, para esperar que abriera la puerta. Cuando lo abrió y logre ver su rostro se extendió un sonrisa enorme por mi rostro, la cual el correspondió enseguida.

Salimos a nuestro encuentro, parecíamos dos niños pequeños cuando nos abrazamos, fue como nunca. Sentí como me estrechaba contra su cuerpo con fuerza. Así que instintivamente le di un beso en su cuello, subiendo por su mandíbula, buscando sus labios, que salieron al encuentro d los míos. No dimos un beso largo, donde sentí el amor que hace no se cuantos días no le había expresado. Terminamos el beso, para mirarnos directamente a los ojos, los suyos, eran de un dorado líquido intenso.

- Te extrañe demasiado – dijo aun mirándome, su aliento de gloria se estrello en mi rostro.

- No más que yo – le dije mientras cerraba los ojos y colocaba mi frente sobre la suya.

Sentí como soltaba una de sus manos de mi cintura para colocarla debajo de mi mentón.

- Por favor, no me tortures cerrando tus ojos, hace mucho que nos los veo. – Seguidamente abrí los ojos lentamente con una sonrisa picara, y le di un pequeño beso en sus labios.

- Te mereces que te torture, tú me has privado de mirarte y de mucho mas. – le dije con un toque de ironía juguetona, y la vez pase mis manos por su cabello.

- Te pido el perdón mas grande que exista, pero no se si eso te recompense. – dijo, y ahora era él, el que tenia un sonrisa picara.

- Te aviso que no hay perdón alguno. – Con habilidad y rapidez, me zafe de sus brazos dejando medio metro de distancia entre nosotros y le di la espalda, cruzándome de brazos.

- ¿Ni si quiera si te doy algo? – dijo mientras caminaba con algo de lentitud hacia mi posición.

- Mmm… no se tendría que ver… - le conteste haciéndome la dura.

- Pues mira – Me abrazo por detrás colocando una mano rodeando mi cintura, y otra delante de mis ojos a la distancia que podía ver que de su dedo colgaba, una cadena que a simple vista era de oro plateado, para terminar en un medallón de esmeralda. Jadee por la sorpresa. Y el rio por lo bajito en mi oído.

- ¿Te gusta? – estaba embelesada mirando lo hermoso que era, así que no respondí de inmediato.

Me gire entre el brazo que me sostenía y estampe mis labios en los suyos, el inmediatamente me devolvió el beso riendo en mis labios.

- Eso contesta tu pregunta amor – le dije y volví a besarlo, el volvió a reír.

Nos separamos un poco quedando a escasos centímetros, el se movió rápidamente a mi alrededor hasta quedar detrás de mi y me coloco mi medallón. Se devolvió a su posición anterior, y me recorrió de pies a cabeza con su mirada. Haciéndome temblar.

- Te queda hermoso, y curiosamente combina perfectamente con lo que llevas. – dijo con voz muy seductora. Yo le respondí con una sonrisa.

Medallon que me regalo Eleazar

Escuche ruidos en la sala, así que aguce el oído. Escuche las voces de Eleazar y Carmen. Y mi olfato corroboro l llegada de Eleazar. Vaya al fin llegaba, bastante se demoro en el viaje, esperaba haya podido hacer mi encargo. Espere un rato mas en mi habitación mientras

Carmen daba su bienvenida. Cuando creí conveniente salí. Ambos estaban en la sala abrazados, y sonriendo.

- Hola hermano, al fin apareces. – le dije con una media sonrisa

- Hola Tanya, gusto en verte. – me respondió dirigiéndose hacia a mi dándome un abrazo, le devolví el gesto. – Bien aquí tengo lo que me encargaste. – dijo mientras sacaba de su chaqueta, unos papeles.

Carmen se acerco a nosotros, tomando la mano de Eleazar y entrelazando susu dedos en la de el, se quedo detrás de mi hermano y por encima de su hombro asomo su cabeza.

- ¿Que es? – Pregunto mientras miraba los papeles. – A veces Carmen podía ser tan niña.

- Es una casa que compre en Canadá, para nosotros.

- ¿¡Nos mudaremos!? – pregunto con impresión.

- No, no hermana, tranquila – dije entre rizas – nada de mudarnos, solo es una casa… digamos vacacional, para cuando queramos usarla, y cualquiera de nosotros guste ir. Me gusto mucho y quise compararla. Así que le pedí el favor a Eleazar de que fuera por los papeles y cancelara.

- ¡Si, que bien! Otro lugar a donde ir, igual que la que tenemos, en Brasil, en Las islas Malvinas, y la de Inglaterra. – dijo muy emocionada riendo.
Eleazar y yo también comenzamos a reír, este jalo de su mano para abrazarla por la cintura, y le dio un beso en sus cabellos.

- Hermano y cuéntanos como te ha ido en tu viaje. – Al decir esto me percate del medallón que tenia puesto Carmen era una esmeralda en forma de corazón, muy, muy hermoso. – ¡Pero que joya mas hermosa Carmen!

- ¡Verdad que si! Este vampiro mío me conoce muy bien – dijo dándole un beso en la mejilla a Eleazar, mientras este nos sonreía.

- Pues vaya que te luces Eleazar, esta muy hermoso. – su respuesta fue una risa

- Bien les contare de mi viaje. – Dicho esto nos sentamos en los sofás de la sala, Carmen se sentó a su lado aun con sus manos unidas, yo me senté frente a ellos.

- Hermano no te saltes ningún detalle. – le dije y todos nos reímos al unisonó.
Eleazar comenzó el relato de su viaje, hablo sobre su decisión de cómo hacer las cosas y de su visita a los Vulturis, en esta parte Carmen y yo nos tensamos bastante, tanto que hasta se me escapo un siseo.

- Calma Tanya, no paso mas que una conversación con Aro – dijo en manera de calmarme pero tuvo efecto contrario, al escuchar el nombre de Aro, tuve que hacer un gran esfuerzo para no soltar un gruñido, vi como Carmen cerraba los ojos y apretaba con fuerza la mano de Eleazar. – Chicas no paso nada de veras – volvió decirnos - Fue bastante rápido, estamos en buenos términos en Volterra.

- ¿Y que mas hiciste? – pregunto Carmen, para cambiar de tema. Eleazar rio bajito pero le siguió la corriente.

- Decidí entonces buscar tu obsequio. – funciono ya que ambas sonreímos y Carmen le dio un beso en la mejilla a Eleazar. – Llegue aquella joyería que tanto te gusto en Francia ¿recuerdas? – dijo esta vez dirigiéndose a Carmen

- Claro que si – respondió mi hermana – ¿Tanya recuerdas aquel viaje de Francia la hace 7 años?

- Claro que lo recuerdo, estuvo muy divertido ese viaje.

- Pues logre dar con aquella joyería, que ahora esta a cargo del hijo del que nos atendí e aquella oportunidad, ya que Marius murió.

- Ah, comprendo. – contesto Carmen, con la mirada baja.

- Bueno ese es el destino de los humanos, lamentablemente. Pero cuéntanos mas hermano.

- Bien luego, salí de Francia y me vine hasta Canadá, para hacer tu encargo hermana, vaya que este hombre Albert es amable, me llevo a conocer a casa es bonita un poco rustica la verdad pero no logre entrar.

- Ay hermano, te hubiera encantado, pero cuando vayamos te olvidaras de que es rustica ya lo veras.

- Ay si Tanya, tenemos que decorar esa casa, será de ensueño como la de Inglaterra.
Todos nos reímos de nuevo, por el comentario eufórico de Carmen.

- Bien chicos ahora tengo cosas que hacer así que los dejo para que se ponga al día. – dije mientras me levantaba y le guiñaba un ojo a Carmen, la interpelada, me saco a lengua en son de reproche por el comentario.

Me fui entre risas hasta mi habitación.

Después de que Tanya abandono lo sala. Carmen y yo nos quedamos un rato sentados en un sofá. Ella tenía arrecostada la cabeza en mi hombro, y yo en sofá, aun estábamos tomados de las manos, como si estas estuvieran soldadas y fuera imposible separarlas. Ella rompió el silencio.

- Porque tenías que ir a Volterra. – diciendo la ultima palabra, su voz se fue apagando.

- Porque, debía arreglar las cosas. – le respondí, aun con la cabeza apoyada en el sofá, y los ojos cerrados, perro sentí como se tensaba, y apretaba aun mas mi mano. Baje la cabeza y abrí los ojos, me encontré con la mirada de Carmen echando chispas, y con el ceño fruncido.

- No veo porque – dijo volteando la cara y separándose un poco de mi, pero no me soltó la mano.

- Carmen, mas que nadie conoces mi pasado, fui uno de ellos…

- Pero ya no, ahora solo…eres mío – me dijo interrumpiéndome, y clavando su mirada en mis ojos.

- Lo se amor, y para siempre – le dije mientras besaba su frente. – Pero lo que menos que quiero en el mundo es que alguno de ellos venga a pedir cuentas aquí, así que era mejor salir de eso de una vez, además lo que les dije es verdad. Hasta el mismo Aro se impresiono un poco por mi visita, pero dejamos claro que nuestra familia esta en buenos términos con la de ellos.

- Pues yo no los quiero, ni aquí ni en el mundo. – me refuto volteando su rostro y sacando un poco su labio inferior, haciendo un gesto de disgusto.

- Yo no he dicho que debamos quererlos – dije entre risas – además solo me puedes querer a mi, me acerque a ella besando sus labios, esto hiso que sonriera un poco.

- Promete que no iras de nuevo. – dijo levantando la mirada, para fijarla en mis ojos. No debía mentirle, y tampoco quería, pero si lo prometía eso también seria mentir.

- No puedo prometer eso – le dije mientras cerraba los ojos.

- No puedo prometer eso – dijo mientras cerraba los ojos.

No podía creer lo que decía. Con mi mano libre le tomo el rostro haciendo que quedara en frente de mi, de golpe abrió los ojos, y me miro algo perturbado.

- ¿Por qué? ¿Acaso planeas otro viaje a Volterra pronto? – le pregunte con un tono amenazante y ente dientes.

- No, claro que no – respondió con tono tranquilo – Solo que no se si en alguna ocasión deba volver por algún motivo si prometo no ir, te estaría mintiendo.

Sopese su respuesta en mi cabeza, tratando de analizar cada punto. No quería admitirlo, pero tenia razón, y el lo sabia, así que aun cuando lo tenia tomado del rostro me dedico un sonrisa, la cual no conteste. Así que cambe lo que debía prometer. Y esta vez no aceptaría un no.

- Promete que no volverás a ir sin mi a Volterra – Lo conocía muy bien, si hubiera ofertado que no volviera a ir solo, habría dicho que si de inmediato ya que no me contaría en las posibles compañías. Así que me aseguraría de que estuviera de primera en la lista.
Se tenso, y apretó mi mano que aun permanecía unida a la de el, con la otra tomo la que tenia en su rostro, y l sostuvo fuertemente, nos quedamos un rato mirándonos, el tenia la mirad contrariada, y yo estaba bastante segura de lo que pedía. Así que a la cuestión de un minuto nos mirábamos con rabia.

- No puedo prometer eso Carmen. – dijo rompiendo el silencio, soltó una de mis manos. Arrecostandoce de nuevo al sofá, y colocando su cabeza de la misma manera que antes sobre este, al mismo tiempo cerraba los ojos.

Eso me enfureció mucho, solté la otra mano de la suya, y rápidamente me coloque delante de el. Con ambas manos tome su rostro en mis manos, haciendo que de nuevo abriera los ojos rápidamente y llenos de rabia y sorpresa.

- Me haz hecho pasar lo peor estos días sin saber absolutamente nada de ti. Sopese muchas posibilidades desastrosas, hasta el grado de casi volverme loca. En el momento en que llagaste estaba a segundo de salir a buscarte. Para luego enterarme, de que fuiste a que los Vulturis, como sino supieras lo que desea Aro volver a tenerte en sus filas. Me dices que no puedes prometer que no volverás, y lo comprendo, pero no permitiré, no quiero que cuando algún día decidas volver a Volterra, vayas sin mi, no me interesa en lo mas mínimo, que vallas con mil vampiros, yo seré la mil uno. Y si no lo prometes tampoco me interesa me asegurare de que así sea. – dije esto con mucha rabia, y estoy segura que si pudiera llorar, lo habría hecho de la rabia que tenia, al terminar lo solté y quise irme pero, rápidamente me tomo de la mano, jalándome haciendo que callera sentada en su regazo.
Nos miramos por unos segundos, yo mantenía mi posición distante y molesta, porque el no me entendía. En cerro los ojos de nuevo, para cuando los abrió había tranquilidad en ellos. Me hablo muy bajito

- Lamento mucho, haberte preocupado. Per la verdad me aterra que vallas a Volterra, que estés con los Vulturis. Entiende que yo tampoco quiero eso. – Dijo mientras me miraba directamente a los ojos.

- Claro, tu si puedes ir, seguro de que no pasara absolutamente nada mientras yo me devoro los sesos aquí pensando en si aun estas vivo. Porque así lo quieres. ¿Porque no cambiamos de papel? Piénsalo. – Intente levantarme de nuevo pero volvió a impedírmelo.

- No quiero pensarlo – seguido de esto sentí como temblaba debajo de mi – No sigamos como esto Carmen.

- Me parece muy bien, igual ya esta decidido, yo estaré de tu lado la próxima vez.

No contesto absolutamente nada, solo me siguió mirando, luego me atrajo hacia el estrechándome fuertemente, dándome un beso desenfrenado en los labios. En ese momento se destruyeron mis barreras y le devolví el beso con la misma intensidad, entrelace mis dedos en su cabello, haciendo que quedáramos mas unidos aun. El beso se termino entre jadeos, quedando nuestras frentes unidas, yo mantenía los ojos cerrados.

- Estaremos bien durante nuestro infinito tiempo – dijo con la respiración entrecortada aun

- Estoy de acuerdo – le respondí también entre jadeos y con una sonrisa.
Me deslice hasta caer a su lado. Nos quedamos otro rato en silencio sentados en el sofá. Fije la vista en las ventanas, y me di cuenta de que estaba por llegar el crepúsculo.

- Vayamos afuera, quiero el final del día contigo. – le dije mientras me ponía de pie y lo jalaba de la mano. Se incorporo e inmediato y ambos salimos tomados de la mano hacia afuera de la casa. Nos desparramamos en la nieve, a pocos metros del frente, quedando yo arrecostada al pecho de Eleazar y este jugaba con mis cabellos.

Nos quedamos, ahí acostados en la nieve. Era noche cerrada, el cielo solo estaba adornado con la presencia de las estrellas, que alumbraban como pequeños diamantes el amplio firmamento, ambos estábamos viendo algunas constelaciones que se podían apreciar.

- Extrañaba estar en casa – dije mientras tenia la mirada fija en el cielo.

- Yo extrañaba tenerte aquí – me respondió sin despegar su vista del cielo. Me reí un poco por como acomodo la frase.

- Carmen, sabes que te amo, ¿porque lo dudas? – le pregunte sin casi sin querer hacerlo.

Su reacción me sorprendió un poco, se movió rápidamente quedando ahora sus codos apoyados en mi pecho y su mirada fija en mi rostro. Me moví un poco y ambos quedamos sentados mirándonos a los ojos.

- Nunca lo he dudado – dijo por fin rompiendo el silencio, me percate como un hilo de tristeza se cruzaba por su expresión, par recomponerse de nuevo - ¿tú si? – lanzo la pregunta casi en un susurro.

Levante mi mano y acaricie su rostro.

- Si mi corazón aun latiera solo lo haría por ti – dije susurrado en su oído – Nunca dudaría de cuanto te amo ni de tu amor por mi. – Dicho esto se lanzo sobre mí pasando sus manos por mi cuello, par luego entrelazar sus dedos en mi cabello haciendo que nuestro beso fuera mas profundo y expresara mil sentimientos. Ambos quedamos tumbados en la nieve, entre jadeos.

- Te amo – susurro ella en mi oído, haciendo que sus palabras me estremecieran, tome su rostro en mis manos.

- Quiero mostrarte tan sólo cuan fascinante es besar, cuando la tierra choca con todo el espacio que hay en medio – le dije mientras ambos nos mirábamos y volvimos a besarnos apasionadamente.

Salimos corriendo hacia bosque hasta llegar a nuestro lugar en el rio, donde caia una gran cascada que terminaba en un laguna. Ella me solto la mano entre carcajadas, llego primero se paro de golpe me miro con un sonrisa inmensa y se lanzo hacia la laguna, haciendo la trayectoria de la cascada, su risa se unió al ruido del agua al caer haciendo una melodía. Me adelante rápidamente par seguirla. Me detuve de golpe y mire hacia abajo para ver donde estaba, enseguida la vi como me sonreía desde la laguna. Me lance para reunirme con Carmen, cuando cai al agua debajo de ella solo se escuchaba sus carcajadas de alegría. Nade hasta ella por debajo del agua. Salí a la superficie y la estreche contra a mi en un abrazo.

- Estas muy risueña esta noche. – le dije mientras estaba en mis brazos, se rio un poco mas mientras me daba un beso en el cuello. Se separo un oco de mi colocando sus manos en mi pecho.

- Ah, eso es muy fácil cuando estoy contigo. – dijo como si fuera lo mano obvio del planeta, lo mas natural. No pude impedir reírme con ella. Ella lo cambiaba todo su alegría era la mía.

- Estoy alcanzado mas de lo que tengo, pero por todo lo que tengo y mas, que estoy loco por ti. – le dije mientras gritaba aquello a la noche estrellada. Ella rompió de nuevo en rizas. Me abrazo entrelazando sus brazos en mi cuelo, mientras yo pasaba los míos por su cintura.

Cascada del Río

Nadamos toda la noche, nos unimos como nunca a la naturaleza. El que nos hubiera visto, hubiese concluido que éramos parte de ella. Me sentía completamente Feliz, estaba con el ser al que mas amaba en toda mi existencia, ya hora no había tiempo, ni nada que nos interrumpiera solo nosotros. Hicimos el amor como si el tiempo y el espacio se terminaran, provocando que el paraíso cayera directamente a la tierra, sobre nosotros.

El día no nos sorprendió, ya que estábamos acostados en la grama, observando la aurora, en espera de que el día anunciase su llegada.

- Debemos regresar – le dije a Eleazar mientras hacia ademan de levantarme, pero me tenia atrapada con sus brazos y me lo impidió.

- ¿Debemos? – dijo con un sonrisa picara. Mi respuesta fue otra risa poniendo los ojos en blanco.

- Estarán preocupados.

- Saben que estamos juntos.

- Pero… - no me dejo terminar ya que me silencio con un beso.

- Vayamos a cazar, nos vamos a casa ¿si? – me dijo de repente, no entendí.

- ¿Por qué? – Después de mi pregunta acaricio mis parpados para recorrer mis ojeras

- ¿Desde cuando no cazas? Tienes bien marcadas las ojeras, y casi esta perdido el dorado de tus ojos. – no respondí, solo moví los hombros para informarle que no lo sabia. – No sueles ser tan descuidada con eso – me reprocho

- Bueno tenia otras cosas en que pensar… Como en que no estabas por ejemplo. – le dije mientras ladeaba la cabeza a los lados. Se escucho un sonrisa por lo bajito.

- Bien vayamos a cazar y volveremos.

Nos levantamos, nos vestimos, y nos adentramos de nuevo al bosque, esta vez para conseguir alimento. No fue tan difícil, cerca había una manada de alces, Eleazar conseguí un oso enorme, y yo me quede con otro más pequeño. Al terminar, nos fuimos a casa